Hoy he tenido el privilegio de predicar en nuestra iglesia sobre la Entrada Triunfal del Domingo de Ramos.

Como compartí, la llegada de Jesús a Jerusalén representó las siguientes tres cosas en la vida de Cristo:

  1. UNA SITUACIÓN ÚNICA: Ya que fue la única ocasión en la que Jesús aceptó el reconocimiento público de Rey. Como ejemplo, recuerda lo que ocurrió después de la Alimentación de los 5.000:

     

    "Así que Jesús, percibiendo que pretendían venir y tomarle por la fuerza para hacerle rey, se retiró de nuevo al monte él solo". (Juan 6:15)

  2.  UN MOMENTO DECISIVO: Al entrar a caballo en Jerusalén como lo hizo, cumpliendo la profecía del Antiguo Testamento de Zacarías 9:9, Jesús estaba afirmando inequívocamente que era el Mesías y el Rey de Israel.

     

    Recuerde que, anteriormente, había "advertido a los discípulos de que no debían decir a nadie que Él era el Cristo" (Mateo 16:20) y "dijo a sus discípulos y a los que le rodeaban: 'Mi tiempo no ha llegado todavía'". (Juan 2:4; 7:6,8)

  3. UN PUNTO DE NO RETORNO: Como señala Andreas Köstenberger,

     

    "Hasta este punto del ministerio de Jesús, todavía podría haber conseguido vivir una vida larga, feliz y pacífica, pero sus acciones del domingo pusieron en marcha una serie de acontecimientos que sólo podían desembocar en el derrocamiento de Roma y del establishment religioso o en su brutal muerte. Ha cruzado el punto de no retorno; no habría vuelta atrás. El César no podía permitir reyes rivales".

Como cristianos, estamos llamados a vivir todo el año a la sombra de la cruz; sin embargo, permítanme animarles a hacer un esfuerzo concertado en esta Semana de la Pasión para reflexionar sobre los detalles de esta semana primordial en la vida de Jesús y en nuestra salvación.

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